una niña en la ventana

Caminando por la mañana, por el invierno, con la cámara en la mano, buscaba la luz –una amiga fotógrafa me dio un único consejo un día: “busca la luz… o “sigue la luz”… que queda más bonito, más inventado. Escuché una exhalación por el rabillo del ojo, también. Era una niña, adolescente, que en mangas de camisa, desde su ventana, había comprobado cuánto frío hacía. Si era tanto como le

Rosalía de Castro

  Aquí, en Galicia, al lado del mar, el frío entra desde abajo. Desde el suelo. Y se queda en tus zapatos y en tus calcetines; entre los dedos de los pies, para no tener frío. La lluvia se mezcla con el mar y llueve de lado. Incluso desde el frío de abajo. Arriba te engañan. Las nubes van muy deprisa y el sol es un despiste. Creo que por

Alécio de Andrade

  Fue conocido como “el fotógrafo del Louvre”. Durante cuarenta años se paseó por él, robando las sensaciones de sus visitantes. Cuadros sobre cuadros. Muy interesante. Hay mucha información sobre este tema, que dejaré en unos cuantos enlaces al final. Pero yo me voy a salir del museo para mostrar otra parte. Menos conocida.     Como siempre, cacharreando, lo encontré en internet. Creo que fue gracias a la desaparecida

Tere

Recuerdo ver a mi hermana planchando, fregando, limpiando de rodillas el suelo con un cepillo de raíz. Era lo normal por ser hija y mujer. La recuerdo bañándome, tocando el piano, estudiando, llamando por teléfono para quedarse un poco más, el día que cumplía dieciocho años, llegando a casa al poco rato. No recuerdo cuando me tiró desde sus brazos al suelo, para ver qué pasaba, y que me tapaba

Gabrielle Duplantier

    Tiene ella eso que yo busco a veces, cuando, no sé por qué, me atrae el placer de la desgracia. Sus fotografías son como canciones tristes en las que te recreas; esa manía de encontrarse con el pasado peor. Son como olores que te transportan a las peores imágenes. O el tacto de lo que perdiste. A veces me gusta lo que ve Gabrielle Duplantier. Otras, odio su