Recuerdo ver a mi hermana planchando, fregando, limpiando de rodillas el suelo con un cepillo de raíz. Era lo normal por ser hija y mujer. La recuerdo bañándome, tocando el piano, estudiando, llamando por teléfono para quedarse un poco más, el día que cumplía dieciocho años, llegando a casa al poco rato.

No recuerdo cuando me tiró desde sus brazos al suelo, para ver qué pasaba, y que me tapaba la boca para que mi madre no me oyera llorar. Eso me lo contaron. Es lo que se cuenta en navidad, cuando todos estamos borrachos. Y a nadie le importa, porque contamos con el olvido de los demás. La recuerdo salvando la vida a un pollo que era nuestra mascota, sacándole del pico una piel de chorizo que él creyó comida que no le ahogaría. Caminando torcida por el peso de los libros, hacia el instituto, cuando yo la espiaba desde la ventana. Enviándome cartas desde Salamanca cuando se liberó. Contándonos bobadas. Ayudándome a estudiar, con Billie Holiday de fondo; con Antonio Vega.

Aparcando el coche en la sorpresa, en Medina de Rioseco, cuando no quedaba nada para llegar a Valladolid, porque no veía bien. Con la tragedia reciente de un padre que no tenía que haber muerto. La tragedia de elegir a tu padre, y no a tu madre. La culpa. Y el amor. La enfermedad que se queda, ya, para siempre. Arrastrarse para ser feliz.

La recuerdo dando. Siempre dando. Siendo la última, siempre. Contando las monedas, para ella, y trabajando los billetes para los demás. Alejándose de la prepotencia y de la vanidad.

Hoy es un día triste. Muy triste. Me quedo con su paz. La que eligió mientras comía. Porque ya era lo único que podía hacer. Y decidir no estar para estar mejor.

Gracias, Tere.

 

20 comentarios

  1. Tenía pendiente la lectura … para no sentir tu pena… porque si la siento la hago mía… y el ser humano o yo , somos muy egoístas .
    me emociona… me conmueve …
    Todas mis emociones las generan tus palabras … y eso… eso debe querer decir algo .
    Ánimo amigo

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